Entrevista con CARLOS NOBRE

Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC)

Doctor en Meteorologia – Massachusetts Institute of Technology, Investigador del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais (Brasil), Secretario ejecutivo de la Rede Brasileira de Pesquisas sobre Mudanças Climáticas (Rede CLIMA), Presidente del Comité Científico de International Geosphere-Biosphere Programme (IGBP).

EL SENTIDO DE URGENCIA

La velocidad de la transformación que impusimos al planeta en los últimos 50 años no tiene paralelo en la historia climática, por lo menos desde que existen los homínidos primates que se tornaron bípedos hace 3 millones de años.
El sistema terrestre: los océanos, la vegetación, los ríos, la biosfera, son sistemas muy complejos, interconectados en la manera que todavía no conocemos en toda su extensión.

Por lo tanto estamos haciendo un experimento con un sistema complejo del cual no tenemos conocimiento profundo.
El sentido de urgencia viene de la necesidad de alterar este rumbo lo que pasa necesariamente por una reducción acentuada de la primera causa del calentamiento global que es la continua emisión de gases de efecto estufa, principalmente a través de la combustión del petróleo, carbón y gas natural, la agricultura, la deforestación…

Como alterar este patrón de emisiones en los próximos 20 – 30 anos es el gran desafío del siglo 21.

DECISIONES POLITICAS VS. TACTICAS DILATORIAS

La solución a corto plazo es establecer una tasa de emisión de carbono que seria una manera de desincentivar, volver más caro el uso del recurso fósil para generación de energía.

En cuanto la generación termoeléctrica continua siendo la más barata, hay muy poco incentivo para sustituir el carbón. Otras maneras de impedir que el CO2 de la combustión llegue a la atmosfera son muy caras y todavía inciertas. La mejor manera es poner dentro del precio de la generación de energía el costo ambiental. El costo que las generaciones futuras tendrán para adaptarse a los cambios climáticos o inclusive para retirar el CO2 del atmosfera y evitar un gran colapso de los sistemas naturales. Este costo hay que colocar en los precios para los que usan la energía hoy.

A largo plazo tenemos que abandonar la energía fósil. No hay ningún gran impedimento desde el punto de vista de la tecnología que se vuelve cada vez más disponible y barata.

El “problema” es que modelo de energía solar, energía eólica, energía de las mareas es un modelo totalmente descentralizado. No es más posible tener las 7 grandes compañías transnacionales de la industria fósil que controlen 20 % del PIB mundial. Serán centenas de millares de pequeñas centrales de generación.

Esta transición genera mucha resistencia, la industria fósil resiste y pone obstáculos confundiendo y contaminando el debate científico con falsas afirmaciones. El lobby financiado por esos grupos repite lo que el lobby del tabaco hizo en la década de 70, para aplazar lo inevitable: que un día tendremos que abandonar el combustible fósil.

En el sentido geopolítico también hay una gran dificultad porque la emergente potencia China ya no acepta la división del mundo como el bloque occidental liderado por los EEUU desde la segunda guerra mundial. Y los EEUU tampoco están dispuestos a aceptar el liderazgo de China. Es un contexto preocupante porque esas batallas de superpotencias siempre han llevado a un impasse y la dispersión de escasos recursos que existen para fines de la sustentabilidad socioambiental. En el siglo XX la carrera armamentista entre la Unión Soviética y los Estados Unidos correspondía al 10 % del PIB mundial. Este recurso podíamos haber colocado en la plataforma de la sustentabilidad 20-30 anos atrás.
La actual disputa hegemónica entre EEUU y la China junto con la inercia y reaccionarismo de la industria fósil pueden conducir al prolongamiento de esa no-solución.

FACTOR HUMANO

Solo hay una fuerza que se puede contraponer a esas grandes resistencias e inercias : el cambio de comportamiento de una parte substancial de la humanidad, un nuevo paradigma de lo que se define como felicidad.

Tan importante como la vertiente tecnológica de abaratar y disponibilizar la producción limpia, es la necesidad de un gran cambio filosófico y actitudinal. La sociedad postindustrial no será una sociedad consumista. El consumo tiene que reducirse mucho porque inclusive no hay ninguna demostración que el consumo excesivo este asociado con la calidad de vida o con la felicidad.

El gran desafío es impregnar las naciones populosas y de rápido crecimiento como China, India, Indonesia, Brasil, México, que son modelo para otros países “en vía de desarrollo”, para que mejoren índices de cualidad de vida sin seguir las trayectorias del pasado, del siglo XIX y XX.

La mejor herramienta es la educación, no solo en la escuela sino también el aprendizaje con los buenos ejemplos.

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GOTA DE AGUA

El proyecto CAB, aquí de la triple frontera, donde participan Brasil, Paraguay y también Argentina, es una gota de agua en el océano pero una gota de agua importante.

Necesitamos buenos ejemplos como este, que analiza y revisa la relación de actividades económicas con el medio ambiente para demostrar que es posible desarrollo sostenible de una región anteriormente muy degradada.

Se toma la decisión para que la inmensa riqueza hidroeléctrica de Itaipu quede parcialmente en la región. Porque las líneas de transmisión eléctrica no solo llevan la electricidad sino también extraen la riqueza de las zonas donde la energía es generada.
En cambio la energía de Itaipu queda y ayuda a fomentar un desarrollo local equilibrado y democrático creando un enorme campo de experimentación, un espacio de aprendizaje.

Esa visión de conseguir el equilibrio entre la funcionalidad de los ecosistemas y la vida económica de una región probablemente no tenga paralelo en Brasil.
Cuando ese experimento se consolide y yo cruzo los dedos para que así sea, debe ser replicado en otras partes del mundo, especialmente en los países “en vía de desarrollo”.

POTENCIA AMBIENTAL TROPICAL

El futuro de los países como Brasil, Paraguay y Argentina es de potencias ambientales que saben aprovechar sus ventajas comparativas: inmensa riqueza de recursos naturales, fuentes de energía, biodiversidad.

El paradigma para Brasil es volverse potencia ambiental tropical, una potencia ambiental que valoriza su enorme recurso natural, tropical en el sentido que se ve como un país diferenciado de los países del Norte.

Tenemos que mirar nuestras potencialidades y asumirnos como un país tropical. Los brasileños y argentinos nunca se asumieron como países tropicales. Los paraguayos se asumieron y perdieron la guerra por causa de eso en el siglo 19.

Hasta históricamente y sociológicamente hablando la derrota que Brasil y Argentina impusieron a Paraguay fue de hecho el fin de la posibilidad de que los pueblos suramericanos se asuman como pueblos suramericanos. Prevaleció el modelo europeo de civilización y colonización que nos cargamos hasta hoy.

Asumirnos como países suramericanos tropicales o subtropicales es fundamental. Es un cambio filosófico de postura: no necesitamos más copiar un modelo que no resultó en EEUU.

Propos recueillis à Foz do Iguaçu – novembre 2010

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